El martes cogí la línea 10 de metro en Nuevos Ministerios para ir a preparar el preestreno de una película1. Al llegar al andén me di cuenta de que me había equivocado de sentido casi a la misma vez que me encontraba con una persona que hacía años que no veía. Miré a Pepe varias veces para asegurarme de que era él y también porque quería que me viese. Iba trajeado y con un maletín de hombre de negocios que me provocó la risa2. Yo llevaba los Levi’s 501 de siempre y una chaqueta de segunda mano de Hanae Mori que me acababa de llegar de Japón. La imagen fue espeluznante porque sentí que ese chico un par de años menor parecía a ojos del resto un adulto mucho más creíble que yo. No recuerdo de qué nos conocemos, pero no se me olvida la brasa que dio para que saliéramos juntos. En aquella época quería deshacerme de él y acabé aceptando su invitación a tomar café pensando que me dejaría en paz, pero solo conseguí que el pavo entrase en una nueva fase de atosigamiento cósmico. Al final se cansó de insistir y no supe nada más sobre su vida hasta esta semana. Me miró y me di cuenta de que los dos habíamos acordado fingir no reconocernos. Mejor así. Estos días también me llegó a casa un sobre con los fanzines de Abel Cuevas, que se compran aquí y son una cosa cuidadísima, hecha con mucho cariño y buen gusto. En la versión física de El Drugstore, que tenéis que leer porque habla de cine, música, diseño y además cuenta batallitas, descubrí a las compositoras Ruth Anderson y Annea Lockwood. No quiero fusilarle la noticia, porque ante todo soy periodista de formación, pero me gustó tanto la historia que en esta carta quiero aportar un poco sobre ellas, que son mi más reciente obsesión. Abel me convenció para que escuchara Conversations3, una canción que dura 18 minutos y 36 segundos en la que puedes escuchar a dos personas enamorarse por teléfono.
Over the next nine months, while Ruth was living in Hancock, New Hampshire, the couple would speak daily by phone in between visits. Ruth recorded these phone calls and, in 1974, surprised Annea with a cassette containing “Conversations,” a private piece she composed by dexterously collaging fragments of their conversations alongside slowed and throwed snatches of old popular songs: “Yes Sir, That’s My Baby”; “Oh, You Beautiful Doll”; and “Bill Bailey.”
—Un breve extracto de la historia de la canción sacado de Bandcamp.
En We Still Have the Telephone4, Erica Van Horn reconstruye la vida de su madre y la suya a través de llamadas telefónicas en un momento en el que la pandemia les impedía viajar para estar juntas. La distancia que separaba a Ruth y Annea al principio de su relación es una conversación telefónica —en realidad fragmentos de varias conversaciones a lo largo de nueves meses— que ahora podemos escuchar y nos permite conocer un poco sobre la intimidad que compartieron. Cuando las oigo reírse o desearse las buenas noches, me las imagino conociéndose todos los días un poco más pero siempre como si fuese la primera vez. Dice Mary Oliver en Nuestro mundo5 sobre su relación con la fotógrafa Molly Malone Cook que «da igual que conozcas a alguien desde hace más de cuarenta años, da igual que hayas trabajado y vivido con esa persona; no lo sabes todo» . No sé si la frase tiene un tono derrotista o solo describe la realidad de cualquier relación larga, sea de pareja o no, pero a mí me parece un reto emocionante que tiene más sentido ahora que sé que las conversaciones de Ruth y Annea existen. Tête-à-tête lo cierra For Ruth, la despedida de Annea a su compañera sentimental y creativa durante 50 años, que incluye sonidos de pájaros, campanas y, por supuesto, minutos y minutos de ellas hablando.
Con cariño,
Alba
Wish me luck.
Mi último recuerdo es que era portero del Real Murcia B, los caminos del Señor son inescrutables.
El disco se llama Tête-à-tête y es lo único que escucho.
Lo podéis encontrar en español editado por Alpha Decay, con traducción de Ana Flecha Marco.
Ediciones Comisura. Traducción de Regina López Muñoz.
Oh! Qué guay esto! Me alegro mucho de que te hayan gustado los fanzines. Y si has descubierto a Annea Lockwood y Ruth Anderson gracias a El Drugstore ya me quedo tranquilo y veo que para algo sirve hacerlo :) Es difícil no obsesionarse con ese disco. En el Rewire del año pasado Annea Lockwood era la figura central, y aparte de que diese alguna charla y se interpretase alguna composición suya, hubo una escucha de Tête-a-tête con ella comentándolo. Fue muy bonito. Era imposible no derramar alguna lagrimita